Hace un tiempo vengo pensando en eso; y apenas me puse a comentarlo con algunas amigas, recibí todo tipo de miradas, bocas abiertas y seños fruncidos. Aclaro, esto solo pasa en las ciudades-pueblo del fin del mundo.
"Entonces... ¿No te vas a casar?" Esta es, en resumidas cuentas, la respuesta que más he recibido.
Y no se asombren. Ellas no son las extrañas (aunque uno espera mayor comprensión de las contemporáneas que de los padres anticuados). Así es la regla de esta sociedad. Hasta los dueños de departamentos a los que llamé y visité se han demostrado tímidamente escandalizados al escuchar que buscaba algo para uno.
Hay 2 cuestiones interesantes que surgen de dichas reacciones: 1) el estereotipo que indica que solamente podemos salir de la casa de nuestros padres cuando nos casamos, por ende, no hay independencia sin matrimonio; y 2) la pérdida de esperanza y desilusión que manifiestan las amigas (y los extraños)... como que "entoces ya no te vas a casar más... ever".
Quizás me case; quizás no. Imposible prever. Pero me niego a esperar a un marido, para cumplir mi deseo de independencia. Es más, casarse por la simple razón de querer vivir sola, es posiblemente la peor razón para entrar a un matrimonio... Precisamente porque "sola" es lo que menos estás.